En el 2000 en Buenos Aires, nadie que tuviera un auto más o menos nuevo, podía sacarlo a la calle sin la calcomanía de su puntocom en el vidrio trasero. Pero no eran solo los particulares. El gobierno tambien tenía sus portales, pero esos no eran puntocom, eran verbos en infinitivo. Lo que para los comercios fue el sufijo arte (Helarte, Liberarte, etc), para la Internet oficial era el .ar; y ahi nacieron educ.ar; ahorr.ar; etc. Argentina era en ese momento el país hispanoparlante con mayor cantidad de empresas online emergentes. Eramos, salvando las distancias, el granero virtual del mundo hispano. El resto de la historia es conocida por todos. La explosión de la burbuja de intrnet y la destrucción de la economía argentina se sucedieron en muy poco tiempo y las consecuencias fueron desastrosas. Seis años más tarde, el escenario es radicalmente distinto. Hoy el mercado online argentino está bien por detrás de España, Brasil, US Hispanics y Mexico; y a la par de Chile, un país con la mi...